
La política argentina ha alcanzado un nuevo pico de cinismo. Y lo más preocupante no es solo la falta de propuestas serias, sino la estafa evidente que se prepara a la vista de todos, y con nuestra complicidad: candidatos que no representan más que intereses partidarios, listas llenas de nombres testimoniales y un electorado agotado que, tal vez, ya ni se indigne. ¿Lo entiende el pueblo? ¿O volverá a caer en la misma trampa disfrazada de democracia?