Las primeras coincidencias entre Macri y Cristina, y el nuevo escenario político que se abre

Algunos puntos salientes del informe:

Se incumplió la meta de reservas comprometida hace apenas 70 días, aun en el período de mayor abundancia relativa por liquidación de la cosecha gruesa. Tras el rebote en V de la segunda mitad del año pasado, muchas actividades productivas enfrentan problemas de competitividad. La paridad cambiaria abarata importaciones; el superávit comercial se reduce a la mitad. El manufacturero profundiza su déficit (importaciones por el ascensor creciendo al 30% internual y exportaciones por la escalera al 5%). El excedente energético se mantiene, pero deja de crecer. El saldo negativo del flujo de turismo receptivo-emisivo muestra tensiones en la trayectoria cambiaria de mediano plazo. Los salarios reales, tras rebotar desde mediados de 2024, también encuentran límites. El ingreso disponible (restando los gastos fijos del hogar, como electricidad, gas, expensas, alquileres, transporte) se mantiene inferior al de fines de 2023. Las familias sufren la pérdida de poder adquisitivo de sus salarios y jubilaciones. La relativa estabilidad promueve la reaparición del crédito, pero no compensa el bajo nivel salarial promedio que dejó el ajuste.

El informe no fue redactado por ningún economista K, ni en un foro de debate sobre la doctrina de Jauretche, ni en una unidad básica de Solano. El autor de esto es Hernán Lacunza, exministro de Economía de Macri, a través de la fundación Pensar, la máxima usina de pensamiento del PRO. Es un centro que dirige María Eugenia Vidal y que no mueve un pelo sin el aval de Mauricio.

El informe no es solo críticas: elogia algunas medidas iniciales de estabilización de Javier Milei. Sin embargo, da a entender que el rumbo económico es insostenible.

“Se ha avanzado con una agenda de desregulaciones microeconómicas, saludables y con potenciales ganancias de eficiencia y bienestar, pero todavía insuficientes para compensar los efectos del ajuste macro”. “Poco se ha avanzado en la privatización de empresas públicas a pesar de haberse incluido algunas autorizaciones en la norma legal”. “Para transformarlo en un plan de desarrollo de largo plazo, que trascienda el ajuste y el rebote, habrá que abordar la agenda de reformas que recitamos desde que somos chicos”.

Las diferencias siguen siendo mayores que las coincidencias -obviamente- pero por primera vez el kirchnerismo y el macrismo empiezan a compartir algún diagnóstico, al menos en el terreno económico.

En la política, las aguas no podrían estar más divididas. Mientras el PRO busca avanzar en un acuerdo con La Libertad Avanza para torcer desde adentro el rumbo de lo que creen que está mal, el kirchnerismo avanza en consolidar una propuesta opositora sin matices de ningún tipo. La detención de Cristina, permite avanzar en un esquema más sectario y aísla al peronismo de posibles puentes con el resto de la oposición.

En el PRO aparece otro quiebre visible: la estructura bonaerense quiere sobrevivir; Macri quiere tener razón. Por eso unos avanzan (Ritondo, Santilli) y otros retroceden, como se vio en el informe.

El nuevo escenario

La condena y prisión domiciliaria de Cristina Kirchner puso en pausa algunas discusiones políticas. Por una semana, se frenó el reloj electoral, aunque ya no hay margen para mucho más: en un mes cierran listas en la provincia de Buenos Aires y tanto oficialismo como oposición tienen que definir candidaturas para un terreno muy complicado: son 8 elecciones simultáneas en territorios que nunca tuvieron un comicio separado del nacional.

 
Esta semana, la política se reactiva, aunque a nadie parezca importarle. A nadie… salvo a los que viven de ella. En definitiva, todos vivimos de la política: el resultado de las próximas elecciones puede cambiar tu vida para siempre, para un lado o para el otro.

Cristina va construyendo su santuario. San José 1111 aparece como nuevo centro de peregrinación política. Cristina interpone una y otra vez recursos ante la Justicia para dejar en ridículo su autoridad. La Justicia no tiene manera de ganar: si permite que ella siga con su vida normal (salvo por el encierro forzado) va a recibir críticas de los que quieren ver a Cristina como una presidiaria común; si le deniegan el beneficio que tienen otros presos, el kirchnerismo va a denunciar lawfare.

Fue siempre una especialidad del kirchnerismo llevar las reglas hasta el límite. También lo es para Javier Milei.

 
Cristina reaparece como figura central del peronismo, con más fuerza que nunca desde que dejó el poder en 2015: es una marca registrada, un símbolo y operador político.

Por primera vez Máximo Kirchner -el que jugaba con la play- pasa a tener un rol central en la construcción política del kirchnerismo. Ya no en las sombras como un operador con peso, sino que empieza a poner la cara. Esta semana dio más entrevistas que en el resto de su vida e incluso se animó a ir a una radio crítica.

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Máximo empieza a construir una imagen por fuera de su madre y como último bastión de su familia. “Mi papá se murió laburando, a mi hermana la enfermaron y mi mamá está presa”, dijo. Podría ser candidato en el único lugar donde el kirchnerismo nunca perdió ni va a perder: la tercera sección electoral del conurbano bonaerense. Un regalo que le hizo Kicillof a La Cámpora cuando decidió desdoblar la elección.

 
Esa sección que abarca a los municipios del sur (incluyendo La Matanza) es el máximo bastión del peronismo a nivel nacional y además es el más afectado por la política económica del gobierno de Milei. Ganando desde ahí, puede construir una candidatura que lo erija en figura política nacional.

Massa, el sobreviviente

Ya no carga con la mochila de ser candidato provincial. Si Cristina iba por la tercera, Sergio Massa quizás hubiera estado obligado a ser candidato en la primera (corredor norte y oeste). Ahora tiene menos presión.

Sin Cristina, puede ser el único candidato nacional del peronismo en las nacionales de octubre. Ahí, incluso perdiendo, gana: podría terminar como la única figura de peso en el Congreso. En esta ruina, es un montón.

Esta semana va a haber reuniones entre el kirchnerismo y el Frente Renovador. Van a tener que hacer una apuesta en común y cerrar listas para las provinciales y para las nacionales, en una sola negociación. ¿Qué lugar le va a quedar a Kicillof en ese armado? No se sabe.

 
La economía, mientras tanto

La economía entró en una trampa estadística de la que el Gobierno por ahora fue muy hábil para desmarcarse. En la comparación contra los indicadores de diciembre de 2023, todo parece el paraíso.

Es un error después de un año y medio de gestión. La comparación tiene que ser contra el mismo mes de 2023 para entender si la recuperación existe.

Según un informe del centro de estudios económicos CEPA, desde que asumió Milei se destruyeron 115.353 empleos privados.

Solo en marzo de este año se perdieron 7.310 y siete de los catorce sectores registraron caída en la cantidad de personas trabajadoras. Entre ellos, se destacan: Industria Manufacturera (-4.162), Construcción (-3.235), Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (-2.088) y Enseñanza (-1.185).

También hay caídas en monotributo social, sector público y empleadas de casas particulares.

Otro dato que se desprende del informe: el salario registrado venía creciendo a marzo al 1% mensual. Aunque la evolución de los sueldos está 1,4% por encima de noviembre de 2023, la curva muestra que difícilmente puedan superar esa marca. Más con una desocupación creciente como la que mostró el INDEC en la última semana, especialmente en el conurbano bonaerense.

Este diagnóstico, que aparece compartido por los equipos técnicos de Cristina y Macri lejos está de cerrar la grieta. Todo lo contrario. El kirchnerismo aparece cada vez más cerrado sobre sí mismo y el no peronismo también, aun en sus diferencias.

Una encuesta de la consultora Opina Argentina, dirigida por Facundo Nejamkis, muestra un poco el estado de la grieta, que no es solo de la política sino de la sociedad.

55% está de acuerdo con la condena a Cristina. 43% está en desacuerdo. 57% cree que CFK es culpable y 37% que es inocente. Entre los menores de 29, sube al 64% los que la creen culpable.

Parecería ser que se perdió un consenso básico de que lo que dice La Justicia (con mayúsculas) es verdad. Ya no hay verdad.

Un 52% cree que la prisión de Cristina va a generar conflictos sociales importantes. Una marca de que se vienen tiempos tumultuosos en que nos vamos quedando sin sistema democrático (la mitad de la gente no vota), sin confianza en la Justicia (la mitad de la gente no cree en sus fallos) y con -al menos- la mitad de la población que cree que se puede pudrir todo. Un combo explosivo.