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Ucrania y el Sur Global: el difícil camino hacia la paz

La semana pasada estuvo plagada de acontecimientos importantes, en relación con la guerra en Ucrania y con el proceso de reconfiguración del tablero estratégico mundial.

Mundo25/06/2024pregonandopregonando
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 Inmediatamente después de la reunión del G7, se desarrolló la Cumbre por la Paz en Bürgenstock, Suiza, convocada por el presidente Zelenski para conseguir respaldos para su propuesta de paz en el conflicto en Ucrania. 

Después de meses de preparación, la Cumbre contó con la asistencia de 92 delegaciones participantes, representando, tanto a países como a organismos internacionales, con el propósito de elaborar las condiciones de un plan de paz entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, Rusia no fue invitada. Esta ausencia llevó a China a no participar en la reunión. 

El “Comunicado Conjunto sobre un Marco de Paz” final adoptado en la Cumbre cubrió sólo tres de los puntos menos controvertidos de la fórmula de paz inicial de diez puntos de Zelenski: seguridad alimentaria, seguridad nuclear y el regreso de prisioneros y niños. La declaración del 16 de junio también planteaba que Rusia debería participar en cualquier seguimiento que pueda desarrollarse. 

El documento fue firmado por 78 delegaciones. Trece países del Sur Global, sin embargo, no refrendaron el documento, asumiendo una posición similar a la de China al considerar que sin la participación de Rusia, no era posible avanzar en un diálogo que llevara a la paz en Ucrania. En suma, la Cumbre –parte de la estrategia ucraniana para ampliar y consolidar su apoyo internacional– no logró avanzar en una propuesta de paz concreta, que incluyera el apoyo del Sur Global.

De hecho, la pugna entre Ucrania y Occidente, por un lado, y Rusia, por otro, para ganarse las voluntades del Sur Global en torno al conflicto ucraniano, sigue en pleno desarrollo. Sin embargo, Rusia ha logrado consolidar el apoyo de los países del espacio eurasiático. De allí el énfasis del presidente Putin en su discurso pronunciado el día previo a la Cumbre, sobre la importancia de seguir fortaleciendo el desarrollo de este espacio –particularmente en el ámbito de la seguridad–, pero también en los vínculos e intercambios económicos a través del entramado de instituciones regionales que ya lo articulan. La Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).  

En ese mismo discurso, Putin resaltó la importancia de la coordinación y articulación de esta última organización con los Brics. De hecho, este año el tándem Rusia-China preside ambas organizaciones y promueve no solo su cooperación, sino también la ampliación de cada una de ellas. Pese a que la prensa occidental fijó su atención, principalmente, en las condiciones enunciadas por Putin en torno al eventual inicio de conversaciones  de paz con Ucrania –la retirada de las tropas de Kiev de los  cuatro regiones ocupadas por Rusia en territorio ucraniano y la no incorporación de Ucrania a la OTAN–, junto a la reiterada amenaza de escalar el conflicto con el potencial uso de armas nucleares, el mensaje más extenso y detallado del discurso tuvo otra dimensión relevante  –apelar al desarrollo y a la consolidación del espacio euroasiático en un mundo multipolar, para contrarrestar la hegemonía estadounidense.

La visita posterior de Putin a Corea del Norte y Vietnam, más allá del acuerdo de defensa mutua con Pyongyang y de buscar suministros y armas para el conflicto con Ucrania, reforzó este mensaje de consolidación y ampliación del espacio euroasiático, recurriendo tanto a acuerdos bilaterales como a los mecanismos multilaterales de la región. Pero también marcó, con su desplazamiento personal a estos países, que, pese a la orden de arresto emitida contra él por la Corte Penal Internacional, el aislamiento impuesto por Occidente no era tal,  que Rusia y China también tenían suficiente espacio de maniobra para ganar aliados en el Sur Global y, en este caso en particular, en el espacio del Asia-Pacífico. 

La articulación entre los Brics y la OCS es crucial en este proceso, al que se suman dos datos adicionales: la OCS tiene firmado un acuerdo de asociación estratégica con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) que le proporciona una importante proyección en el Asia-Pacífico, y Malasia, Indonesia y Tailandia aspiran a incorporarse a los Brics, junto a Vietnam que ha comenzado a participar en las reuniones ministeriales del grupo.

Pero además, es importante destacar que los miembros fundadores de los Brics  –Brasil, China, India y Sudáfrica y, obviamente, Rusia, no han firmado la declaración de la Cumbre de Bürgenstock. Tampoco lo hizo Arabia Saudita, flamante miembro del grupo. Brasil y China, por su parte, han emitido un documento conjunto a fines de mayo de este año para promover una resolución política a la crisis en Ucrania que plantea el diálogo y la negociación como única solución viable y apela a tres principios para desescalar la situación –no expandir el campo de batalla, no escalar la lucha y no generar provocaciones por parte de ninguna de las dos partes.

Más allá de que circulan rumores de algunas discretas conversaciones entre Ucrania y Rusia sobre una salida pacífica al conflicto, el Sur Global –en toda su heterogeneidad– postula claramente que sean las dos partes en pugna las que negocien una salida y desescalen el conflicto. El inicio de intercambios entre otros actores de peso, esta semana, para impulsar un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, necesariamente deberá contar con este nuevo protagonismo.

*Presidente del Consejo Académico de Cries y autor de “Guerra y transición global”.

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