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Garrapatas: buscan incluir la genética en el control integrado

Un equipo de investigadores junto a la Asociación Brangus desarrolló un protocolo que permite identificar individuos resistentes a la infestación. El objetivo, seleccionar a los que cargan menos parásitos y así reducir la diseminación de huevos a campo. “Es una metodología transferible al productor”, afirma Santiago Nava del INTA.

20/11/2025 Valor Carne
vacas terneros
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Ante las limitantes del control químico de garrapatas, la Asociación Argentina de Brangus decidió poner en juego una nueva herramienta: la resistencia genética. Con ese fin, coordinó un equipo multidisciplinario que incluyó desde investigadores de universidades, CONICET e INTA hasta los propios criadores de la raza.

Hoy, el Ing. Agr. Stewart Kambo, responsable técnico de Brangus; el MV Martin Bonamy, genetista de la Universidad de La Plata y el parasitólogo Santiago Nava, del INTA, explican cómo desarrollaron un método para medir resistencia individual a la infestación, buscando incorporar este carácter a los programas de mejora de los rodeos comerciales.  

“Empezamos hace tres años a diseñar un protocolo de cuantificación de garrapatas que permita identificar individuos genéticamente superiores. La bibliografía internacional indica que hay variabilidad dentro de la raza y queríamos aprovecharla”, recordó Kambo. En tal sentido, la ventaja es que esos ejemplares, que cargan pocas garrapatas, ponen menos huevos en el campo, o sea, que más allá de su propio desempeño, actúan disminuyendo la cantidad de parásitos a nivel sistémico. “El animal resistente desencadena un círculo virtuoso. El problema es que se trata de un carácter muy difícil de medir”, planteó.

Otros países han avanzado en protocolos basados en evaluaciones puntuales, mientras que el desarrollo argentino incluye conteos repetidos, en serie. “Es un método más demandante, pero nos brinda la película completa de un conjunto de individuos y disminuye el riesgo de asumir como resistente un animal susceptible. Por eso, decidimos incluir cuatro conteos por infestación natural, realizados en su propio ambiente. Es un dato objetivo”, justificó.

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En cuanto a la evaluación a campo, Kambo indicó que la dificultad radica en que la expresión de la garrapata depende del azar, dado que si el animal se mueve por un sector de pastos donde no hay parásitos, no se cargará.

 El parasitólogo Santiago Nava contando garrapatas en una de las cabañas.
“Cuando medimos cualquier otro carácter, por ejemplo, peso al destete, el individuo siempre expresa -en mayor o menor medida- su potencial genético. Pero la garrapata no depende sólo del animal, sino del nivel de desafío del parásito en el ambiente-”, apuntó.

El conteo es algo sencillo, pero lograrlo con precisión requiere entrenamiento y práctica. “Hay que dividir visualmente el animal y contar sobre un lado cuántos parásitos tiene, me refiero a las hembras pequeñas, de 4 a 8 mm; luego se  multiplican por dos y se obtiene la carga total. La tarea, lleva de 3 a 5 minutos por cabeza”, explicó Kambo.

La práctica se llevó adelante de la mano del INTA que puso a disposición un equipo de técnicos y auxiliares, cerca de diez personas, que se hicieron cargo del conteo, además de su conocimiento en la temática.

   
La experiencia  

En los ensayos de validación participaron seis cabañas y la evaluación se realizó sobre machos y hembras -la mayoría de ascendencia conocida-, en la temporada de abundancia de garrapatas, o sea, desde fines de la primavera hasta el otoño.

 

“Junto a los técnicos del INTA, contábamos las garrapatas que tenían los animales de un lado y eso se repitió cuatro veces, cada 30 días, para darles la oportunidad de expresar su potencial. Si alguno presentaba un conteo bajo, queríamos estar seguros de que se debía a su resistencia genética y no a que no se había encontrado con garrapatas en el campo”, explicó Bonamy, a cargo del análisis de la información.

El problema es que los conteos son dependientes del nivel de parásitos de cada momento, por eso la solución fue definir un único valor de resistencia para cada individuo.

“Agrupamos esas cuatro mediciones por infestación natural en un promedio un poquito más sofisticado, que se pudiera incluir en una futura evaluación genética”, reveló Bonamy.

   
Este “promedio” está centrado en cero y si es negativo porque el conteo es más bajo, el animal se fenotipa como resistente y cuando es positivo, como susceptible. “Cuanto más negativo es el dato, menos garrapatas va a cargar y, por el contrario, cuanto más positivo más podrá acarrear. El número no tiene correlato con una cantidad de garrapatas determinada, pero el ranking es fácil de entender para el productor”, explicó.

 Así se logró una primera fuente de información, pero había que poner a prueba el método. “Necesitábamos saber qué tan buenos son los conteos bajo infestación natural para captar resistencia individual. Entonces, esos mismos animales se trataron con un acaricida de baja residualidad y, una vez limpios, los técnicos del INTA los desafiaron con una cantidad determinada de garrapatas del mismo establecimiento, que fueron criadas en laboratorio”, relató, detallando que días después repitieron los conteos.

¿Objetivo de esta infestación artificial? “Es una prueba que los científicos consideramos el gold standard porque es la más precisa para comprobar qué tan consistente es un diagnóstico”, respondió Bonamy.

Seguidamente compararon los resultados de la infestación artificial y la natural de cada animal y vieron que hay una fuerte correlación entre ambos valores. “Asumimos que la infestación natural, en la temporada de abundancia de garrapatas, es suficientemente robusta como para identificar si un individuo es resistente o susceptible”, afirmó.

   
Por lo pronto, los investigadores fenotiparon 803 animales y a partir de diciembre se repetirán los ensayos (sin infestación artificial) para contar con evaluaciones de distintos años y ampliar la base de datos. “Habrá cabañas nuevas y otras que volverán a participar con parientes de los animales ya evaluados y eso nos aportará más información”, detalló.

Para Kambo lo saliente de esta experiencia es que se pudo validar que hay variabilidad individual dentro de la Brangus y la Asociación ya cuenta con un método científico de medición. “La solución se encontró gracias al esfuerzo de criadores e investigadores. El próximo año presentaremos un DEP de resistencia a garrapatas para que los productores pueden incorporar con precisión esas líneas genéticas en sus rodeos”, concluyó.

Palabra de experto 

Santiago Nava, como referente en parasitología, brindó a Valor Carne su visión sobre la nueva metodología y su rol en el control integrado de una de las más importantes limitantes sanitarias de la ganadería del norte.

“El problema de la garrapata es que el principal instrumento de control a lo largo de la historia, no solo en la Argentina, sino en el mundo, han sido las drogas, los acaricidas, pero esto tiene sus limitantes”, planteó, refiriéndose a que actualmente hay resistencia a casi todos los grupos químicos y los residuos en la carne afectan al comercio y a la salud pública.

   
“La resistencia genética es estratégica para hacer frente a esta problemática, dado que es un carácter heredable, pero nunca se había aplicado en la Argentina. Entonces, entre los diferentes grupos de investigadores, adaptamos conocimientos disponibles a nivel internacional desde la década del sesenta y desarrollamos un protocolo para que las cabañas puedan identificar los individuos genéticamente superiores”, ratificó.

Así la cosas, con la metodología puesta a punto, comienza la transferencia de la tecnología al productor.

¿Cómo masificar esta experiencia? “Las mediciones son muy demandantes de horas hombres, especializados. Desde el INTA las hicimos en esta instancia, pero eso tiene un límite operativo”, sostuvo Nava. .

La decisión de los investigadores es formar técnicos de las zonas de garrapata -mediante la auditoria y el seguimiento del INTA y de la Asociación- para que puedan realizar esos conteos a mayor escala y con menores costos de traslado.

   
“Técnicos y auxiliares de nuestras experimentales, capacitarán a los interesados y luego de un examen quedarán habilitados como contadores del parásito para el programa de la Evaluación genética ERBra. Pensamos que esta iniciativa es fundamental para que la tecnología llegue a la amplia zona infestada con la garrapata en el país”, subrayó.

Finalmente, Nava resaltó que “este desarrollo se hizo gracias a la iniciativa y el soporte de la Asociación Argentina de Brangus. Fueron pioneros, pero también se podría desarrollar en otras razas”, aseguró, aludiendo a que el conocimiento generado es un bien público.

¿Impacto a futuro? “De masificarse su uso en programas de mejora genética, sería el salto tecnológico más importante en el manejo integrado de la garrapata, como complemento del control químico, e incluso daría sustentabilidad a las propias drogas, ya que ayudaría a mitigar la multiresistencia”, concluyó.

 Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Editora de Valor Carne

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