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Científicos del USDA siguen buscando sistemas sustentables

Más de 500 investigadores monitorean las emisiones del agro estadounidense y analizan por qué aumentan a pesar de la creciente eficiencia por kilo producido. El eminente Alan Franzluebbers propone integrar agricultura y ganadería para mejorar el balance entre producción y protección ambiental. La interpretación local.

campo06/02/2025 Valor Carne //Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Alan-Franzluebbers
Alan-Franzluebbers

Alan Franzluebbers, investigador del USDA y referente internacional en sistemas integrados agrícola ganaderos, disertó en el 47º Congreso de la Asociación Argentina de Producción Animal (AAPA), realizado a fines de septiembre en Reconquista (Santa Fe). Gabriel Zurbriggen, académico de la Universidad Nacional de Rosario y moderador del panel, hace una puesta a punto de los aspectos salientes de la presentación y compara los planteos del país del Norte y los locales. ¿La eficiencia siempre garantiza menores emisiones?

“Bajo el lema de nuestro encuentro, ‘Ciencia y Tecnología para escenarios desafiantes’, convocamos a Franzluebbers para conocer su visión de los sistemas productivos integrados”, dijo a Valor Carne Zurbriggen.

El científico del USDA es uno de los autores de la Quinta Evaluación Nacional del Clima de los Estados Unidos, que mide los impactos del cambio climático y proporciona ejemplos para su mitigación. La iniciativa, que se realiza desde 1990, cada cuatro años, es llevada adelante por más de 500 investigadores, con revisión de la Academia Nacional de Ciencias.

A modo de diagnóstico, la publicación revela que, “en las últimas tres décadas, las emisiones de gases de efecto invernadero del agro no han dejado de aumentar”. Sin embargo, “las tecnologías agrícolas y la mejora genética también han incrementado la productividad global. Y esto se ha traducido en una reducción de las emisiones considerando la relación entre productos e insumos utilizados”, justifica.

Índice de emisiones de gases de efecto invernadero del agro de EEUU
1990- 2020 

En síntesis, a pesar de esta mayor eficiencia, las emisiones totales a la atmósfera siguen aumentado.

   
¿Cuál es el problema? Esto se explica, en buena medida por el alto uso de fertilizantes sintéticos en los cultivos, obtenidos a partir de energías fósiles, particularmente los nitrogenados, que contribuyen a las emisiones de óxido nitroso, una potente gas de efecto invernadero.

La agricultura contemporánea ha evolucionado hacia monocultivos muy especializados. “En los Estados Unidos, tenemos una producción de granos que se centra en determinadas regiones y se enfoca únicamente en algunos. Por otro lado, tenemos ganados en confinamientos, muy congregados, que mientras emiten metano y óxido nitroso, por lo general, no pisan la tierra”, describió Franzluebbers.

Así las cosas, esta especialización favoreció el incremento de la productividad a expensas de una pérdida de biodiversidad y de salud del suelo, contaminación y emisiones de gases de efecto invernadero.

   
La respuesta de la ciencia 

En este contexto, la propuesta del investigador es avanzar hacia sistemas integrados agrícola ganaderos.

En estos modelos, mientras la cubierta vegetal almacena carbono orgánico en el suelo, a partir de la fotosíntesis, el ganado promueve el reciclaje de nutrientes mediante el pastoreo directo y las deyecciones. Las heces y la orina estimulan la actividad microbiana edáfica de modo que los nutrientes se encuentran más disponibles para los cultivos, reduciendo al mínimo el uso de fertilizantes sintéticos.

“La idea de Franzluebbers va más allá de los sistemas mixtos que realizan agricultura y ganadería como actividades aisladas, apuntando a la integración de ambas en el tiempo y en el espacio para favorecer ese ciclo virtuoso del carbono, el nitrógeno y otros nutrientes”, planteó Zurbriggen.

Al respecto, el investigador del USDA comentó que, en su zona, Carolina del Norte, se han perdido las rotaciones con pasturas, algo similar a lo que ha sucedido en la región pampeana núcleo. Por eso, llevan adelante estudios de larga duración basados en la incorporación de pasturas multiespecies, buscando aumentar la biodiversidad, y miden su efecto en la calidad de los suelos.

   
La experiencia se realizó en 92 campos de Georgia donde se intersembró festuca alta en lotes de pasto bermuda y se registró cómo se incrementaba el carbono en los primeros 10 cm de suelo, a medida que transcurrían los años.

Carbono orgánico y años de pasturas de gramíneas
 Adaptado de Franzluebbers y Poore (2021, Agronomy Journal).

Años de pasturas de gramíneas y secuestro del carbono en el suelos
 Adaptado de Franzluebbers y Poore (2021, Agronomy Journal, 113:2029-2043).

“Si bien a medida que la festuca tiene más años, la acumulación de carbono es mayor, se trata de pasturas muy longevas, de hasta 50 años; mientras que en nuestros sistemas mixtos, hacemos 4 o 5 años de forrajeras seguidos de agricultura, o sea, tenemos rotaciones con ciclos de 8 o 10 años”, indicó Zurbriggen.

Lo más interesante de este estudio es que en los primeros 10 años es cuando hay mayor incremento de carbono. “A nivel local, con nuestras pasturas más cortas, podemos aprovechar esa alta tasa anual de secuestro. Es decir, los modelos integrados pampeanos cuentan con una ventaja en ese sentido”, afirmó.

   
El pastoreo, clave

Siguiendo con el ejemplo, Franzluebbers analizó cómo el manejo del pastoreo resulta fundamental para lograr una pastura saludable, productiva, equilibrada y estable.

Con ese fin presentó gráficos de la evolución de la pastura de festuca y pasto bermuda a través de 7 años, en cuatro escenarios diferentes, a saber: qué pasa si no hay cosecha, cuando hay corte para henificación y con dos intensidades de pastoreo.

Cobertura de la pastura según usos y años de ensayo
Festuca: línea continua; pasto bermuda, línea de guiones largos; malezas, línea de guiones cortos y suelo desnudo, línea de guion–punto–punto. Adaptado de Franzluebbers et al (2013, Agriculture, Ecosystems and Environment 168:37-45).

Al comienzo, donde no se cosechaba forraje, o sea, con un enfoque de conservación, había poca festuca, algo de pasto bermuda, mucho material de malezas y también algo de suelo desnudo. Luego de siete años, el pasto bermuda prácticamente había desaparecido porque la festuca alta dominaba. “Fuimos perdiendo diversidad de especies deseables, pero el resultado fue positivo porque quedó una cantidad muy limitada de malezas, aunque se mantuvo cierta proporción de suelo desnudo”, señaló Franzluebbers.

 Cuando se introdujeron animales, con baja presión de pastoreo también aumentó la festuca alta, llegando a duplicar el pasto bermuda y reduciendo las especies indeseables y el suelo desnudo. Y luego, cuando hubo una alta presión de pastoreo, se logró una pastura más equilibrada: 50% pasto bermuda y 50% festuca alta, con un retroceso similar al anterior de malezas y suelo desnudo.

“Entonces, dependiendo de los objetivos del sistema se puede manipular la estructura de la pastura manejando el pastoreo para lograr esos equilibrios entre distintas especies y un suelo bien cubierto, claves para una producción sostenible”, sintetizó Zurbriggen.

En cuanto a la reducción de emisiones a través del secuestro de carbono en el suelo, Franzluebbers llevó adelante una investigación reciente en 25 sitios de Carolina del Norte. Mientras las pasturas acumularon 29,6 t/ha a 30 cm de profundidad, la agricultura en siembra directa, almacenó 21,5 t/ha y la convencional sólo 11,1 t /ha, datos bastante similares a los de la región pampeana.

Para finalizar, Zurbriggen destacó que “si bien nuestros modelos utilizan menos insumos, sobre todo fertilizantes, es fundamental  evolucionar hacia sistemas integrados, tal como propone el referente del USDA. Dar pequeños pasos hacia rotaciones diversificadas, que incluyan pasturas perennes multi especies y pastoreos de cultivos de cobertura y de rastrojos, nos permitirán producir en forma eficiente protegiendo el ambiente”, concluyó.

   
Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Editora de Valor Carne 

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