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La crisis comercial golpea a Concordia por la caída del consumo y el cierre con Salto

La ciudad de Concordia, ubicada en la provincia argentina de Entre Ríos, atraviesa una de las etapas más difíciles de los últimos años en términos económicos.

Concordia20/07/2025pregonandopregonando
represa salto grande
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El deterioro del consumo interno, sumado a la abrupta caída del flujo comercial con la ciudad uruguaya de Salto, ha puesto en alerta a comerciantes y representantes del sector privado, quienes exigen respuestas concretas y urgentes para evitar un colapso aún mayor.

Un escenario económico adverso para el comercio local
La situación crítica fue descripta recientemente por Adrián Lampasi, presidente del Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia, quien advirtió que si bien algunos indicadores macroeconómicos nacionales muestran signos de estabilidad, esta percepción no se traslada al día a día de los comerciantes.

  
“El contexto es muy complejo. Ya no vemos supermercados desabastecidos como en otras épocas, pero tampoco hay señales de recuperación del consumo. El comerciante no siente mejoras tangibles en la calle”, explicó Lampasi.

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Esta percepción coincide con lo que sucede en muchos puntos del país, pero en Concordia la situación se agrava por su condición fronteriza. El ingreso de clientes uruguayos, históricamente vital para sostener rubros como la gastronomía, los hipermercados o los pequeños negocios familiares, ha caído de forma estrepitosa.

La falta de dinamismo en el consumo se explica, entre otros factores, por la inflación persistente y el estancamiento salarial. Según Lampasi, “los sueldos siguen corriendo por detrás de la inflación. El bolsillo está cada vez más ajustado, y eso se refleja en el consumo de productos esenciales, como alimentos y artículos de higiene personal”.

Esta situación obliga a los comercios a aplicar estrategias de supervivencia: reducir márgenes, optimizar costos y apostar a la creatividad para atraer al consumidor que, muchas veces, solo entra al local a mirar precios.

Todos los sectores comerciales de Concordia están sintiendo el peso de la recesión. No obstante, hay excepciones. El mercado automotor, por ejemplo, ha logrado mantener niveles aceptables de venta gracias a la disponibilidad de créditos específicos. Pero este respiro es parcial y no alcanza para compensar la baja generalizada en otros rubros, especialmente los más pequeños y vulnerables.

Los comercios minoristas, en particular, están viviendo momentos críticos. Con rentabilidades mínimas y un aumento sostenido de los costos operativos —incluyendo alquileres, tarifas y servicios—, muchos están al borde del cierre definitivo.

La caída del turismo de compras desde Uruguay
Uno de los factores que agrava esta situación es la disminución del flujo de compradores uruguayos que cruzaban el puente internacional para adquirir productos más baratos del lado argentino. Durante años, esta dinámica fue clave para la economía local.

“Antes era habitual ver uruguayos comprando a cualquier hora. Hoy es algo esporádico y muy limitado”, detalló Lampasi. Según datos del Centro de Comercio de Concordia, aproximadamente el 70 % de los negocios de la ciudad ya no tiene ningún vínculo con clientes del otro lado del río. Solo un 20 % mantiene alguna relación comercial, y con un volumen muy reducido.

Esto representa un cambio estructural en la economía regional. La dependencia del comercio binacional quedó en evidencia y expone la necesidad urgente de una política de integración fronteriza sostenida y efectiva.

Fronteras cerradas, caminos deteriorados y falta de diálogo
La relación entre Concordia y Salto atraviesa un momento de estancamiento. Las trabas burocráticas, el mal estado de los caminos y la falta de políticas binacionales activas obstaculizan la posibilidad de un intercambio fluido y beneficioso para ambas orillas del río Uruguay.

“Queremos una frontera más integrada, con tránsito ágil. Pero cada vez estamos más lejos de eso”, lamentó Lampasi. Las dificultades para el paso de personas y mercancías se han vuelto una constante, y la frustración se acrecienta ante la falta de iniciativas que promuevan la colaboración entre ambas ciudades.

A esto se suma el aumento en las tarifas energéticas, que agrava aún más la situación de los hogares y negocios. “Hay familias que eligen pagar la luz antes que comprar alimentos, y eso lo vemos todos los días. Para los comerciantes, es imposible trasladar estos aumentos a los precios sin perder clientela”, agregó.

Desde Concordia, los empresarios del sector comercial reclaman una mayor presencia del Estado y, sobre todo, decisiones que tomen en cuenta la realidad de las ciudades fronterizas. En ese sentido, se está impulsando un proyecto conjunto con el Centro Comercial de Salto para promover una ley de fronteras, que otorgue beneficios y estabilidad frente a los vaivenes económicos.

Lampasi fue contundente al respecto: “Queremos reglas claras y políticas de largo plazo que nos protejan. No pedimos subsidios eternos ni medidas arbitrarias, sino una planificación real que reconozca las particularidades de las zonas limítrofes”.

Este reclamo no es nuevo, pero en el contexto actual cobra mayor relevancia. La desconexión entre las decisiones tomadas en Buenos Aires y la realidad que se vive en ciudades como Concordia evidencia una brecha preocupante que podría profundizarse si no se actúa con celeridad.

La idea de una “hermandad entre pueblos” ha sido utilizada históricamente como bandera diplomática entre Argentina y Uruguay. Sin embargo, para muchos comerciantes de Concordia, esta frase se ha vuelto un eslogan vacío.

“La integración real nunca llegó. Las decisiones se toman desde la capital sin tener en cuenta lo que ocurre del otro lado del río”, denunció Lampasi. Frente a esta falta de articulación binacional, los comerciantes sienten que están solos frente a una tormenta perfecta: recesión, inflación, caída del turismo de compras y servicios públicos cada vez más caros.

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El sentimiento que predomina hoy entre los comerciantes de Concordia es el de resignación. Mientras que el año pasado aún había expectativas de una posible recuperación, hoy la mayoría se aferra a la resistencia como única alternativa viable.

“La economía no crece desde hace más de una década. Eso se nota en cada mostrador. Hay desgaste, hay incertidumbre y hay un cansancio generalizado”, concluyó el representante del sector.

La situación de Concordia no es un caso aislado. Es el reflejo de muchas ciudades fronterizas de Argentina que, históricamente, se han sostenido en parte gracias al intercambio comercial con países vecinos. Sin una respuesta estructural que contemple sus necesidades específicas, corren el riesgo de seguir cayendo en una espiral de empobrecimiento y cierre de negocios.

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