Algo huele a podrido
Mientras desayunaba, escuchaba las melosas sandeces de Yuyo relatando sus correrías por los balcones de la pequeña Verona de Olivos donde transcurren los más increíbles momentos de amor dignos del compañero Shakespeare, entre sudores gimnásticos y cataratas de una sustancia melosa como esos fluidos que hace tiempo no aparecían y Julieta los cuenta como un logro más del liberalismo. Mientras desayunaba, escuchaba las melosas sandeces de Yuyo relatando sus correrías por los balcones de la pequeña Verona de Olivos donde transcurren los más increíbles momentos de amor dignos del compañero Shakespeare, entre sudores gimnásticos y cataratas de una sustancia melosa como esos fluidos que hace tiempo no aparecían y Julieta los cuenta como un logro más del liberalismo.
Argentina07/10/2024 Por Baby Etchecopar